martes, 28 de diciembre de 2010


La tarea más atrevida de los noventa.

Una cinta propositiva, atrevida y fresca para su año.
La escena de sexo entre María rojo y José Alonso sigue pareciendo fuerte en la actualidad.

En el cine nacional sólo puedo mencionar tres directores que realmente para mi poseen un estilo definido, y con estilo  me refiero a que con el sólo hecho de ver unos min de una cinta de ellos y ya sabes quién es realizador, ya sea por los actores, fetiches, trama o el simple hecho de los créditos y los colores. Arturo Ripstein es uno de los primero que crearon su mundo bizarro y de arrabal. Uno más reciente puede ser Carlos Reygadas, que sus cintas y su estilo siempre ha creado controversia por el empleo de pocos diálogos y la moda de utilizar los  “no actores”, pero es de los pocos que tienen su “modo” de hacer cine y que ha servido de escuela para varios de los nuevos talentos.

Jaime Humberto Hermosillo se ha caracterizado por realizar cintas atrevidas que proponen, por lo tanto me atrevo a decir que es del selecto grupo de directores nacionales que tienen su estilo visual.

La Tarea (1991), es uno de sus ejercicios más experimentales que con un argumento tan simple—la cinta trata sobre una cámara de vídeo escondida, la cual forma parte de la tarea de Virginia (María Rojo)--, logra hacer una crítica social sobre temas como el sexo y el uso del condón, en aquel  año el  VIH era un problema mundial y el preservativo apenas comenzaba a usarse, además de  tópicos moralistas como el papel de la mujer y la pornografía. Todo esto se narra  por medio de monólogos y simples pláticas grabadas par la “tarea”.
Como era de esperarse la cinta se presenta en una sola locación y sólo dos actores en escena, cosa que no es rara siendo un trabajo de Hermosillo. El guión es meramente teatral al presentar en su mayoría  saturación de diálogos y por el manejo de la cámara, que es generalmente fija –máximo son tres movimientos de la cámara--.

No es una película para cualquier persona, dado su estructura, pero la cinta destaca en la filmografía del realizador por ser atrevida, propositiva y fresca, y claro por contener una de las escenas sexuales más divertidas y largas en el celuloide mexicano.

Diego S.

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