martes, 29 de marzo de 2011


Sucker Punch no es una película, es un espectáculo

Cinta que se disfruta mucho al verla sólo con los sentidos.
Sucker Punch ha sido de las cintas que por su estética me robaron la atención desde su entretenido tráiler. Después de su estreno mundial las críticas no se hicieron esperar, el reciente trabajo de Zack Snyder fue destrozado por la crítica internacional. Confieso que algunas ocasiones me dejo influenciar por lo que leo en los medios, mi expectativas bajaron estrepitosamente. Entonces me cuestioné sobre ¿Qué fue lo que hizo mal Snyder para que lo trataran tan mal? Me limito a decir que están exagerando. 

Sucker Punch, es una fantasía épica de acción que nos sumerge en la imaginación de Babydoll (Emily Browning) una joven cuyos sueños le ofrecen la mejor escapatoria para su realidad más oscura. Sin la contención de los límites del tiempo y el lugar, ella es libre de ir a donde su mente la lleva, pero sus increíbles aventuras difuminarán las fronteras entre lo real y lo imaginario... con consecuencias potencialmente trágicas. 

Escuché comentarios un tanto absurdos, vaya me dijeron que era una clase de crepúsculo para chavos, me imaginé lo peor –la saga de los vampiros homosexuales es para mí lo más bajo que se ha visto en cine--, sin embargo, me topé con una historia que pretendía ir más allá de la simple acción. 

Alguna vez leí un comentario del propio director comparando la estructura de la cinta con la de Inception, quizá eso fue lo que provocó las grandes esperanzas de toparnos con una visión particular de Snyder y su mundo bizarro. Veamos, Mundo Surreal tiene sólo tres capas, la realidad que es el instituto mental, le sigue el burdel imaginario que emplea Snyder para lucir a su séquito de mujeres sexosas y darle más punch a la historia, y el tercero el escape de Babydoll para salir de su realidad y donde se hospeda toda la acción. Tiene ciertas incongruencias en el guión, el burdel nunca tiene un explicación razonable –quizá lo que hizo Snyder es una metáfora—lo cual crea cierta confusión, además el baile que hipnotiza a todos nunca queda claro –pero el póster avisa, no estarás preparado y el tráiler no es para nada engañoso--, así de que todo lo que se ve en los avances aparece, nada de engaños. 

La película posee una dirección de arte espléndida, desde la institución mental hasta el burdel imaginario y los lugares de batalla, cada uno con una atmósfera correcta, quizá en momentos se ve todo muy computarizado llegándose a tornar como un buen videojuego, pero aún así se le perdona por las grandes secuencias de acción. 

Snyder posee ya un estilo particular –y al que le es muy fiel-- al momento de realizar escenas de combates , en su mayoría son acciones en cámara lenta y con impresionantes coreografías –a las protagonistas se les da--, así como lo hiciera en Watchmen y 300. Es innegable el talento de Zack Snyder --al menos uno de los que más ha sabido conjugar la narración de una buena historia con la dirección más digital-visualmente vanguardista del momento-- no sobran planos, cada frame tiene su color, cada escena su ritmo, cada personaje su destino y psique. 

A pesar de que la cinta está ambientada en los años cincuenta, Sucker Punch es acompañada con una excelente selección musical, desde army of me de Bjork que le da vida a la primer batalla de Babydoll y se disfruta como nunca, pasando por la versión acústica de We Will Rock You. Inusual es una característica de los soundtracks de Snyder. 

Si vas a ver la película con el cerebro, se te hará una mentada de madre para tu intelecto. Recomiendo ir a verla con los sentidos, lo visual se estimula de sobre manera, el oído está demás decirlo. Sucker Punch no es una película, es un espectáculo --para muestra el telón de inicio--.

Diego S.

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