miércoles, 9 de marzo de 2011


A Serbian Film, sólo para curiosos

Filme duro, original y desconcertante no es más que una falsa carátula para que el realizador pueda vomitar todos sus demonios interiores

La controversia es un tipo de publicidad que si se sabe jugar bien logra su cometido. Años anteriores han sido un sinfín de cintas que son censuradas por su fuerte temática, la cual al pasar de los tiempos se vuelve razonable y logra ser proyectada. A Serbian Film, ha sido catalogada como una de las cintas más atrevidas, viscerales, pornográfica, gore y demás adjetivos que sean sinónimo de atrevido. Todo este revuelo por una cinta que ya ha recorrido un montón de festivales, en donde ha causado mil reacciones entre los puritanos y sensibles del estómago. 

¿De qué va A Serbian Film? Milo, una estrella del porno ya retirada que vive con su mujer y su hijo, está pasando por apuros económicos. Una cita con una antigua compañera de rodaje, la pornostar Layla, le presenta la oportunidad de trabajar con un tipo llamado Vukmir en su nueva película de porno experimental. Milos acaba aceptando sin saber exactamente lo que va a rodar y acaba sumergido en una tormenta de depravación violencia, snuff, pedofilia, y drogas que lo dejan en un abismo de locura. Imaginen lo peor de la manera más explícita. 


Resulta interesante la temática de fondo, la cual es el límite de lo sexualmente aceptable, hasta dónde puede llegar una persona "normal" si se deja llevar por sus instintos más bajos. La cinta la dividiría dividir en dos. El inicio absorbente y realmente inquietante que te deja pegado a la butaca deseando más, pero una vez adentro, --y aquí sería la segunda parte-- todo se reduce a chorros de vacía de sangre, sexo y retorcidas perversiones. 

El problema de la película es que pierde fuerza, ya que el realismo inicial pasa casi repentinamente a ser sustituido por un tono visual mucho más cercano al de Quentin Tarantino que al realismo social que promete la primera parte de la historia. Lo cual provoca que la cinta sea tan inestable que hasta cierto punto puede pasar que pierda al expectador, sencillamente dejas de creerte lo que te cuentan, la empiezas a ver desde fuera. Uno de los grandes errores del director, es el querer escandalizar a toda costa al espectador.

Pero como no hay mal que por bien no venga, lo que varias asociaciones de protección del menor han condenado --provocando suspensiones de sus proyecciones iniciales en donde se ha presentado-- no ha hecho más que premiar a la película con un apoyo mayor –muchos curiosos querrán ir a verla por ser prohibida-- y es lo que tiene la polémica, que en algunos casos nutre. 

Aún así estamos ante una película algo fallida --aunque técnicamente admirable--, detrás de la cual hay un director muy listo que ha sabido romper barreras morales provocando la reacción que seguramente él mismo esperaría. 

El formato de filme duro, original y desconcertante no es más que una falsa carátula para que el realizador pueda vomitar todos sus demonios interiores en la cara del público y encima ganarse su admiración. Sólo para curiosos, pedófilos, sangrientos y por qué no, retorcidos.

Diego S. 

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