martes, 1 de febrero de 2011


Mártires, ve más allá de la sangre

Lanzo la pregunta ¿Qué se necesita para ser un mártir? la respuesta es la película.

Siendo la cuna del cine, Francia ha entregado cintas excepcionales, y lo mejor que no se encasillan en un solo género. Últimamente han tenido una racha magnífica con el cine de terror plagado de gore, llamada por mí, como el F-gore. Sólo hablemos de Mártires (2008). 

Durante una noche, en Francia, a principios de los años 70. Lucie, una niña desaparecida desde hace un año, es descubierta errando al borde de la carretera. Casi catatónica, no se acuerda de nada. Los policías encuentran rápidamente el lugar donde estuvo encerrada, un matadero abandonado, pero Lucie no lleva ningún rastro de abusos sexuales, lo que refuerza el carácter misterioso del asunto. Hospitalizada, reaprende a vivir (a pesar de las pesadillas donde aparece una mujer torturada) y forja una amistad con Ana, otra niña a cargo de la institución después de haber sufrido abusos en su familia. Y 15 años más tarde, en una casa de campo donde vive una familia, aparece Lucie, fusil en mano, disparando a toda la familia. 

Al comienzo de la historia no tienes ni idea de todo lo que está pasando, sólo vez las acciones tomadas por un par de adolescentes y sangre por todos lados, además de una mujer golpeada que sin razón aparente se le aparece a una de ellas. Mártires se torna frustrante durante los primeros cuarenta minutos, lo que te lleva a pensar, ¿Por qué diablos toda la acción, masacres fantasmas y demás aparece tan rápido y sin tener clara la historia? Todo se debe a que la película inicia a la mitad de la historia –término cinematográfico “en media res”—y ahí es donde las piezas del rompecabezas toman forma. 

Tengo que admitir que la historia en sí es perturbante y bastante turbia, claro le tenemos que agregar el contenido bastante explícito –los realizadores no se tocaron el corazón al momento de vaciar todo el guión sin hacer reparos— y sumamente violento –jamás había visto tanta violencia hacía la mujer--, pero todo tiene un justificación para poder llegar a una sencilla interpretación —mí interpretación--, la naturaleza y el instinto de supervivencia del ser humano y la respuesta del mismo ante situaciones realmente atroces. 

Muchos podrán quejarse de las situaciones tan atroces que son plasmadas –no es recomendable que la vean si son susceptibles a la violencia de cualquier tipo, por que esta tiene de todo tipo--, por mencionar algunas, una mujer se quita la piel con un cuchillo y otra se corta todo el brazo con una navaja de afeitar. El maquillaje es más que destacable, muy creíble e impactante. 

Gran parte de la película transcurre en una casa, y es donde pasa la parte del suspenso y podría llamarse también terror, el manejo de las acciones ocurridas en una sola locación está increíblemente manejado, todo gracias a la magnífica dirección de cámara que con sus distintos movimientos sin rumbo crean la sensación de persecución y de estar acechados. La dirección de arte es precisa, creando una atmósfera evidente de un laboratorio poco usual --fotografías de niños maltratados y torturados ¿algo más?— ¿Por qué hago mención de las fotos? La película hace que el espectador se centre en la mirada de los pobres que aparecen en las fotos, las cuales fueron tomadas intencionalmente en el momento en el que llegaban al límite de lo que podían humanamente soportar, la mirada al más allá o lo que fuera que exista más allá de la muerte.

Con esto les puede parecer inquietante la historia –que lo es—y puede recordarles a Hostal (2005), pero la antes mencionada sólo busca el morbo y la violencia como entretenimiento, Mártires, te da la opción de entretenerte –claro si eres amante del género—o ver más allá de la violencia gráfica y la sangre.

Diego S.

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