domingo, 24 de abril de 2011


Triste San Valentín, el encanto de la crudeza

te quedarás pensando envuelto en el drama en el que está inmerso este maravilloso largometraje.

Uno de los aspectos que hacen que el cine me encante en todas sus vertientes, es su sencilla manufactura que va más allá del género fantástico o de ficción, el cine ha servido para recrear momentos históricos y en ocasiones --buenas o malas—la condición humana. Triste San Valentín es demasiado humana. 

Dean (Ryan Gosling) y Cindy (Michelle Williams) llevan varios años casados y han tenido una hija preciosa, Frankie (Faith Wladyka). Pero su relación no ha sido precisamente un camino de rosas. Cindy tuvo que abandonar primero a su novio Bobby (Mike Vogel), lo que le ha costado a Dean alguna paliza. 

Dean ha tenido sus más y sus menos con los padres de ella. Cindy vive dedicada a su trabajo en un hospital mientras él se ha conformado con pintar casas en el barrio. Iremos viendo en paralelo el desgaste inherente a toda relación, los momentos álgidos y pasionales y los momentos en los que todo parece venirse abajo. 


Y con el demasiado me refiero al acercamiento tan rudo que muestra la cinta sobre las relaciones amorosas, es raro toparse con una película que retrate tan fielmente un repaso de los altibajos y momentos brillantes de una pareja. Triste San Valentín no miente al decir que una relación amorosa está hecha de momentos de todo tipo, y son esos momentos los que deciden el rumbo de una relación. ¿Crudo no? Pero la crudeza es el encanto de una cinta terriblemente honesta. 

En raras ocasiones me he topado con un par de actores que transmitan la química en todo tipo de actos, Gosling y Williams, jamás pierden el hilo dramático en escenas tanto como felices y dramáticas, lo cual provoca un inmenso duelo actoral. Los dos actores son las promesas actuales del cine, y próximamente dueños de una estatuilla del Oscar. 

Blue Valetine, convence por su sencilla narrativa que muestra las dos realidades de la pareja, provocando que la cinta sea ágil y nos revele la metáfora de una relación. 

La fotografía y la música – a cargo de los magníficos Grizzly Bear--siempre están marcando cada instante de la pareja, por un lado el vestuario en colores vivos te remiten a los momentos felices del inicio de la relación, opacos y grises cuando el amor se pierde y todo se degrada. El azul es el color que predomina para ayudar también a remarcar las situaciones de los protagonistas. 

La cinta de te hará quedarte hasta el final de los créditos, y sin mayores pretensiones te ocurrirá lo que me suele pasar a mí siempre con Cronenberg, te quedarás pensando envuelto en el drama en el que está inmerso este maravilloso largometraje.

Diego S.

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