lunes, 11 de abril de 2011


Scream creo escuela en el cine de slasher


Wes Craven es considerado el maestro del terror de la actualidad y quien ya se daba por “acabado” en aquel entonces –hablamos de los noventas--, se reinventó a él mismo curiosamente a base de reciclar las bases en las que se apoyó durante las décadas de los 70 y 80. El encanto de Scream es que a través de un excelente grado de auto-consciencia, consigue sobrepasar la pantalla. Y lo hace con una fórmula cinéfila, en otras palabras: el cine dentro del cine. Es como una clase magistral de terror en el séptimo arte de los últimos tiempos, o mejor dicho, una recopilación, como si se tratara de una biografía firmada por el propio Craven.

En las dos horas de la cinta se hallan casi todos los clichés del género --jóvenes medio alelados, generosas cantidades de sangre, sustos facilones-- y estos son usados siempre a favor de un espectáculo ciertamente divertido. En la misma línea de referencias, el personaje de Randy Meeks -encarnado por Jamie Kennedy- y sus reflexiones sobre el terror cinematográfico, y por otra los recurrentes guiños a otras cintas del género --muy acertado el cameo del propio Craven interpretando al conserje que viste con un llamativo sombrero y un jersey a rayas rojas y negras, y que se llama… Fred!--

Scream: Grita antes de morir tiene un tono autoparódico de la cinta no impide disfrutar de una seria reflexión sobre las influencias que puede llegar a crear el cine, a parte de los esperados buenos momentos de terror. Un buen ejemplo de ello es el arranque del filme, que no podía ser mejor: un prólogo (con la jovenzuela Drew Barrimore como protagonista), que pone los pelos de punta y que supone toda una declaración de intenciones por parte del autor. Porqué así es Scream, de principio a fin y que es un gran homenaje a sus orígenes. 

Irónicamente, la realidad se mezcló con la ficción, dando lugar a numerosos casos de jóvenes que emulaban al asesino “Ghostface”. Esta fue una de las consecuencias trágicas de Scream, la otra la situaríamos en la corriente artística, ya que casi sin quererlo, Craven estableció las bases para un nuevo resurgir de la serie B, con una serie de títulos infumables entre sus filas –vamos son un puño de copias, así que no las mencionaré-- a pesar de ello, no es más que la enésima demostración del poder de una esta cinta que gustará o no, pero como ya se ha podido comprobar, creó escuela ,y esto ya no se lo quita nadie. Espero con ansias la cuarta entrega.

Diego S.

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