Red State consolida a Smith con un gran director y un excelente guionista.
El director estadounidense Kevin Smith ha logrado quedarse en la memoria cinematográfica por sus ingeniosas y graciosas comedias a lo largo de los años noventa –década que lo vio nacer como director--. En el inicio del nuevo siglo, Smith ha sido fiel a sus influencias geek y cultura pop que lo han caracterizado –que van desde su fanatismo por Star Wars, hasta el gusto por los comics--, pero su último trabajo ha sido duramente criticado, en primera por ser un género ajeno al director y por otro lado el tema central de la cinta. Red State es escandalosa, llena de suspenso y sí, crítica social –por eso los puristas se alarmaron--.

Como hiciera recientemente Almodóvar con su cambio de género –un muy fallido intento—Kevin Smith sale triunfante de su traslado de la comedia al “terror”. Red State, es un thriller de terror psicológico, inspirado en la figura de la aterradora familia Phelps, unos fanáticos “from hell” religiosos que salían a manifestarse en los funerales de los soldados americanos y que abogaban con que el fin del mundo iba a llegar por culpa de los homosexuales. Con esa premisa, el director logra crear un producto redondo, iniciando con un típico comienzo de película de terror –adolescentes lujuriosos buscando sexo por internet—, para luego volcarse por un “gracioso” y “feliz” final.
El guión escrito por el mismo Smith, está dividido en tres episodios o historias. La primera es la esencia de una cinta de género, la segunda nos muestra las reglas y la visión de la secta que trata de “limpiar” el mundo; la tercera es la confrontación de dos mundos, la religión contra la autoridad --ambos sacando lo peor, ocasionando el terror por sus actos--.
Red State no tiene un personaje principal, cada uno de sus protagonistas va “cerrando” su respectivo capítulo. Los actores cumplen sus roles, pero quien se lleva las palmas es Michael Parks, sublime; su gesticulación es aterradora y tiene una personalidad digna de cualquier loco/líder/religioso/terrorista, su monólogo sobre las “escorias” que destruyen el mundo es lo m-á-x-i-m-o –merecido el premio a Mejor Actor en el Festival de Sitges (espero que lo tomen en cuenta al Oscar)--.
Excelente dirección por parte del rechoncho director, un ensamble actoral magnífico –destaquemos también a Melissa Leo y John Goodman—y una excelente propuesta de terror psicológico. Kevin Smith –no te vayas (se supone que es su penúltimo largo) —no sólo nos dejará Clerks y Jay y Bob El Silencioso; Red State quedará como un buen ejercicio de un realizador que se caracterizó por dirigir comedias. Imperdible.
Diego S.
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