miércoles, 8 de febrero de 2012


Los Descendientes. Una constante en el cine: Las relaciones humanas.


Una de las principales funciones por las que asistimos al cine es en gran parte para entretenernos, olvidarnos de nuestra rutina diaria y pasar un momento relajado comiendo palomitas y refresco. Al final del día el cine se creó como una atracción, y comprendo el hecho que películas como Harry Potter y Transformers sean un éxito en taquilla. Valoro los momentos emocionantes que te hacen pasar las cintas palomeras, pero el cine también te sirve para recordar momentos que te hacen sentir empatía o redescubrir sensaciones o situaciones. 

Matt King (George Clooney), casado y padre de dos niñas, se ve obligado a replantearse la vida cuando su mujer sufre un terrible accidente que la deja en coma. Intenta torpemente recomponer la relación con sus problemáticas hijas -la precoz Scottie, de 10 años (Amara Miller), y la rebelde Alexandra, de 17 (Shailene Woodley)- al tiempo que se enfrenta a la difícil decisión de vender las propiedades de la familia. Herederos de la realeza hawaiana y los misioneros, los King poseen en Hawai tierras vírgenes de un valor incalculable. 

Los Descendientes es el regreso del director Alexander Payne, uno de esos realizadores que han construido un nombre entre los cinéfilos gracias a una obra tan personal que incluye Las Confesiones del Sr.Schmidt y la fabulosa Entre copas. Después de 7 años de ausencia, Payne regresa en esta ocasión con una historia de profundo carácter humanista sobre individuos en crisis vital, una constante en su cine. 

La historia se ambiente en Hawái y haya momentos en sus paradisiacas playas y sus majestuosos paisajes, Payne huye de la postal turística habitual en estas islas para mostrar la historia de un puñado de personajes, con sus virtudes y defectos. Tenemos a Matt, un hombre que ha estado completamente apartado de su vida familiar y al que de repente se le acumulan las obligaciones y se dará cuenta del distanciamiento de sus seres queridos y de unas hijas a las que no sabe cómo tratar. 

Payne construye así un drama con toques de comedia, sin cargar mucho en chistes ni caer en tópicos de película estilo Hallmark Channel --aunque a veces se acerque peligrosamente--, apoyado por la estupenda labor de George Clooney, que paso a paso está construyendo una filmografía bastante interesante y aquí vuelve a demostrar que es un buen actor. También merece destacarse la hasta ahora desconocida Shailene Woodley, que hace una gran labor como la hija adolescente del personaje de Clooney, una chica en conflicto con su padre y a veces mucho más madura que él. 

Música y fotografía dignas para una historia situada dentro del paradisíaco destino turístico. 

De esta manera nos hallamos ante una cinta bastante interesante --no el mejor en la filmografía de su director, para mí sigue siendo Entre Copas-- y que habla sobre un tema que nunca pasa de moda, el de las relaciones humanas.

Diego S.


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