viernes, 5 de abril de 2013


Seis Sesiones de Sexo. La perspectiva inexplorable de los discapacitados.



La curiosidad por el sexo en el ser humano es natural, todo comienza a cierta edad en la que las hormonas comienzan hacer lo suyo; comento esto porque, Seis Sesiones de Sexo, trata precisamente de eso, la curiosidad por el sexo en una persona discapacitada.

Mark O'Brien (John Hawkes), un poeta y periodista tetrapléjico y con un pulmón de acero que decide que, a sus 38 años, ya es hora de perder la virginidad. Con la ayuda de su terapeuta y la orientación de un sacerdote (William H. Macy), Mark se pone en contacto con Cheryl Cohen-Greene (Helen Hunt), una profesional del sexo.

Se aplaude que un guión que podría haber sido completamente predecible termine por resultar todo lo contrario, Ben Lewin, quien dirige y escribe, realiza un trabajo excepcional al evitar tópicos que suelen relacionarse a este tipo de historias de superación –olvídense de la dificultad de encajar en la sociedad y esas cosas típicas de este tipo de historias--, el director sabe de lo que quiere hablar: la necesidad y la exploración del sexo en una persona completamente inmóvil. El partir de un tema prácticamente “virgen” hacen de la película un momento agradable.

De este modo La curiosidad por el sexo en el ser humano es natural, todo comienza a cierta edad en la que las hormonas comienzan hacer lo suyo; comento esto porque, Seis Sesiones de Sexo, trata precisamente de eso, la curiosidad por el sexo en una persona discapacitada.

Mark O'Brien (John Hawkes), un poeta y periodista tetrapléjico y con un pulmón de acero que decide que, a sus 38 años, ya es hora de perder la virginidad. Con la ayuda de su terapeuta y la orientación de un sacerdote (William H. Macy), Mark se pone en contacto con Cheryl Cohen-Greene (Helen Hunt), una profesional del sexo.

Se aplaude que un guión que podría haber sido completamente predecible termine por resultar todo lo contrario, Ben Lewin, quien dirige y escribe, realiza un trabajo excepcional al evitar tópicos que suelen relacionarse a este tipo de historias de superación –olvídense de la dificultad de encajar en la sociedad y esas cosas típicas de este tipo de historias--, el director sabe de lo que quiere hablar: la necesidad y la exploración del sexo en una persona completamente inmóvil. El partir de un tema prácticamente “virgen” hacen de la película un momento agradable.

De este modo entendemos que lo que se nos pretende mostrar es el sexo como aspecto tan delicado como importante, reflejo de gran parte de nuestros miedos y traumas personales. Por supuesto que O'Brian desea tener sexo, pero más allá del puro deseo carnal –muy presente -- lo que este busca en realidad es conocerse a sí mismo, descubrir su personalidad y aceptar su humanidad. Así lo entendemos en las bellas escenas en las que él y Hunt exploran mediante el tacto su cuerpo inmóvil, momento en que O'Brian descubre un abanico de sensaciones nuevas para él, es decir, un conjunto de emociones que no se sabía capaz de sentir. 

Cabe resaltar que las partes de sexo resultan sumamente tiernas y cero explícitas, en gran parte, a las espléndidas actuaciones de la dupla protagonista; Hawkes entrega una interpretación hecha para premios y Hunt, su mejor actuación en años y que la pone de vuelta en el mapa.

Otro aspecto que trata Seis Sesiones…es la religión, que realmente no se toca como se pensaría al unirla con el sexo, si no qué, juega una función de desahogo y una vía de escape.

No es esta una obra maestra, desde luego, pero si es una digna y remarcable película que nos hace salir de la sala con una sonrisa en la cara sin trucos ni sensiblería. No hay que entenderla como una reflexión sobre la discapacidad, sino como un planteamiento sobre la vida y el papel que nuestra sexualidad tiene en ella, estrechamente vinculada a nuestra paz y serenidad emocional. Recomendable.

Diego S.


No hay comentarios:

Publicar un comentario