viernes, 23 de marzo de 2012


Shame: El enorme talento de Michael Fassbender.

Cruda y sin verguenza...devastadora 

El sexo ha sido siempre sinónimo de morbo para una película, sin embargo dejando atrás lo que implica tener escenas explícitas dentro de una cinta hollywoodense, el coito o la reproducción ha servido como un vehículo catártico y de exploración humana, vamos quién no recuerda El Último Tango En París y la revolución sexual interna de Los Soñadores. En el mismo plano de estas cintas de Bertolucci encaja el reciente trabajo de un gran narrador visual, Steve McQueen, quién con Shame se consagra como un prometedor talento. Shame tiene de vergüenza lo que Lin May tiene de Bonita, es descarada y muy cruda… 

Brandon (Michael Fassbender) es un treintañero neoyorquino con serios problemas para controlar y disfrutar de su vida sexual. Se pasa el día viendo páginas pornográficas y manteniendo contactos con solteras de Manhattan... 

Soy gran admirador del trabajo de Michael Fassbender, Shame es su consagración como un actor prometedor y arriesgado, con el papel de Brandon transmite la represión que existe en cada uno de los pobladores de las grandes urbes y la incapacidad de la sociedad para mostrar afecto y de relacionarse –entre más grande es la ciudad, menos comunicación hay--, además de la vulnerabilidad del ser humano al ser consumido por una adicción, en este caso el sexo. El personaje de Fassbender es la muestra de una persona destruida por el sexo como adicción, como adicto él necesita sexo a todas horas, sea cual sea su origen –porno y en especial sexo con desconocidas--. Con la llegada de su hermana –Carey Mulligan--, el personaje de Michael trata de encontrar la forma de salir de su adicción al sexo e incluso, intenta encontrar de mantener una relación formal; llevándolo a un fracaso que le suma en una ola de autodestrucción de la que le será complicado escapar. La interpretación de este personaje derrotado por parte de Fassbender es de una exigencia física y emocional desgarradora, llevando en sus carnes todo el horror de este personaje que viaja por completo hacia el infierno. 

Carey Mulligan entrega otra gran actuación que sirve para demostrar la inquietante incomunicación entre familiares y las dificultades de decir un “te quiero” en la actualidad. 

Posiblemente la parte final de la película es la más visceral y radical de la película, dónde en forma de un acertado flashback empezamos a descubrir a un hombre ansioso y perdido, que busca con una soberbia necesidad el borrarse completamente del mapa. 

Al igual que ocurría con su primera cinta, McQueen narra a base de planos largos, eternos y también los primerísimos planos, todo lo que sirva para alimentar una sensación de cercanía y realidad, todo en Shame está milimétricamente estudiado --la pasionalidad que se erradica en la escena de la cena que sirve para situarnos en la diferencia de épocas y de valores “anticuados”--, la belleza que destila Carey Mulligan al cantar una versión de New York, New York en un primerísimo plano que magnetiza al espectador, aún así, lo mejor de todo es la interesante bajada de un personaje hasta lo más hondo del infierno, un viaje que le lleva hasta sentir pavor de su propio ser.

Shame no es una película apta para todo el público, lejos de hacer del erotismo el gancho de la historia –muchos morbosos en la sala con bostezos y risas innecesarias--, se convierte en algo terrible y horroroso, las escenas de sexo son horribles y atroces. Shame, es ‘El’ filme para mostrar el “enorme” talento de Fassbender –léase en doble sentido, en cualquiera de los dos, el alemán destaca --. Imprescindible.

Diego S.


No hay comentarios:

Publicar un comentario