sábado, 8 de diciembre de 2012


Moonrise Kingdom: la delgada linea de la madurez y la infancia.



Hablar de Wes Anderson es hablar de un estilo definido y propio. El director texano ha sabido crear su propio universo al igual que otros directores, teniendo una serie de elementos que hacen identificar fácilmente una cinta de su autoría. Con Moonrise Kingdom sigue fiel a su fórmula por lo que los amantes del universo Anderson no quedarán decepcionados. 

Años 60. La huida de dos jóvenes amantes de su pueblo natal lleva a sus familiares y amigos a salir en su búsqueda. Así, quedarán de manifiesto viejos rencores y ocultas relaciones románticas entre algunos de los personajes que participan en la búsqueda. 

Es algo complicado discutir sobre una película de Wes Anderson, ya que con sólo ver una de sus cintas se conocen a la perfección los rumbos y la forma de manejarse que tiene el director en cualquiera de sus películas, así como, todos los elementos narrativos en común que tendrán cualquiera de sus historias -–la paleta de colores pastel, Bill Murray, Owen Wilson y Jason Schwartzman--. Lo cierto es que a día de hoy ha conseguido ser uno de los cineastas más carismáticos e identificativos del panorama actual. En el estilo de Anderson está su perfeccionista elaboración de planos en las que prima el equilibrio y la simetría en el encuadre, su trato del color, o sus cuidados travellings sumados a una banda sonora repleta de temas con aroma muy vintage y una score que parece ser la música que acompaña a un cuento de hadas. Lejos de hacer de esto una losa y que con el tiempo llegue a resultar repetitivo, Anderson va afianzando y exagerando cada vez más este estilo tan propio aumentándolo película a película con una estética que en momentos parece diluirse en la línea del dibujo animado, dudando a cuál de los dos mundos pertenece todo, lo real o lo fantasioso. 

Dado que el cine del texano no es muy accesible para cualquier persona, el humor que Wes impregna a cada una de sus cintas es muy propio e íntimo, un sentido del humor que nunca nace del chiste si no que fluye a través del extravagante comportamiento de todos sus personajes, donde el gag visual resulta hilarante al juntarse con esa curiosísima puesta en escena. 

En Moonrise Kingdom estamos ante una fábula y un mundo paralelo que se divide solamente por la edad, mientras la historia principal es la de la pareja de tórtolos escapando de sus familias –que en momentos parece ser la fantasía que alguna vez pensamos hacer cuando éramos chicos-- del otro lado se encuentra la historia de los adultos; dónde se narran cuestiones como la rutina de la vida, infidelidad, soledad y otros problemas personales. Anderson entre mezcló los problemas que suelen ser "cosa de adultos" con la imaginación de los niños; logrando tener un exquisito mundo compartido entre la adultez e infancia. Recordemos que las historias del director suelen ser protagonizadas por adultos descompuestos que parecen niños, y aquí no es la excepción, mientras los niños protagonistas realizan papeles más que correctos –aplauso para los primerizos Jared Gilman y Kara Hayward--, Bill Murray, Frances McDomard, Bruce Willis y Edward Norton actúan como unos verdaderos adultos patéticos y perdedores –todo es intencional, cada uno trabaja de manera maravillosa--. 

La estética que posee Un Reino Bajo la Luna es una excelente dramatización perfecta de los años sesenta, inclusive, Anderson se tomó el tiempo necesario para elegir un reparto que tuviera la esencia de las películas de esa época, por nombrar a alguien, la protagonista parece sacada de una película setentera. Una dirección de arte perfectamente cuidada a detalle, acompañada de una excelente musicalización de chill out dirigida por Alexandre Desplant y colaborando superficialmente el talento emergente, Mark Mothersbaught –escuchen su composición dentro del soundtrack de Nick and Norah Infinite Playlist--. 

Quizás el único pero de la cinta es que no es disfrutable para cualquier persona, de ahí en fuera, es un trabajo más que correcto para el director más reputado de la comedia americana. Imprescindible.
Diego S.

P.D. Lloré de la risa con el gang de lo pendientes de bichos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario